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VALENCIA (VP). El trabajo de emprendedurismo innovador que cobija el Parque Tecnológico de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) es buena muestra del caldo de cultivo para el I+D que fomenta el tan cacareado "nuevo modelo económico" que se espera saque al país del estancamiento. Sin embargo, la inversión privada continúa prefiriendo sectores más tradicionales.

"Los inversores tienen miedo de apoyar la innovación" explica María Márquez, coordinadora del área de spin offs de la UPV. Gran parte de las empresas que alberga el Centro de Desarrollo Empresarial UPV pertenecen al ramo de la biotecnología y de las TIC (tecnología de la información y comunicación). "En estos sectores, los primeros tres o cuatro años son de pérdidas, pero tras ello, el valor añadido del producto es tremendo. El problema de los bussiness angels y fondos de capital riesgo es que muchos no comprenden las tecnologías e ideas innovadoras que aquí se trabajan y no quieren invertir en algo que no conocen".

Un miedo que sufren los inversores frente a una forma de empresa desconocida y que, sin embargo, que no han tenido la NASA, la Agencia Espacial Europea, los hospitales españoles, y un buen número de grandes empresas tradicionales como la todopoderosa Mercadona o Campofrío. Todas ellas, clientes de esas pequeñas empresas de base tecnológica que cobija la UPV en su CPI (Ciudad Politécnica de la  Innovación).

La transferencia de conocimiento desde la universidad a la empresa constituye uno de los ejes que vertebran la política Europea de Innovación y a través de ella vincula a los programas de innovación de los países miembros de la Unión. María Márquez explica de manera sencilla el nexo universidad-economía: "El conocimiento desarrollado en las universidades es muy potente pero si no se revierte en el tejido industrial, no tiene sentido". En los últimos años se han creado docenas de patentes en el campus del Parque Tecnológico. Según Márquez, "ni siquiera es necesario hablar de un gran cambio en el modelo tradicional valenciano, se trata, sencillamente, de animarse a introducir innovaciones que ya se están creando".

El Instituto Ideas no sólo orientan en la realización de estudios de mercado y todo tipo de gestiones legales para posibilitar la salida al mercado de las empresas de la UPV. También las pone en contacto con inversores, fondos de capital riesgo, participa en foros de inversión, e intercede con la banca. "Estamos en continuo contacto con CVBan, la asociación que representa a los inversores privados, CvBan, Comunitat Valenciana Business Angels Network y con todos sus asociados". Clave Mayor, Atitlan y Uninvest (participada por las universidades españolas) son algunas de las entidades de capital riesgo con las que trabajan. La banca es la tercera fuente de financiación de estas compañías.

La línea de Bancaja para nuevos emprendedores es otra "gran ayuda" según la coordinadora. Para que una empresa sea acuñada oficialmente como 'spin off de la UPV', los emprendedores deben presentar un completo plan de viabilidad de cinco años. "No aceptamos cualquier empresa porque sí, por eso, cuando presentamos el plan de viabilidad para avalar los créditos en Bancaja, saben que es un proyecto consistente". De esta forma, la Fundación Bancaja concede créditos de hasta 100.000 euros, con beneficios como dos años de carencia y sin necesidad de avales ni nóminas, la misma fundación avala el préstamo.

El Instituto Ideas es el organismo que asesora y gestiona, mediante su sistema de ‘ventanilla única', a los investigadores emprendedores de la UPV que deciden desarrollar sus proyectos como empresas. Bajo este modelo, las universidades y los centros de investigación se convierten en las principales fábricas de conocimiento de las sociedades avanzadas.

En los últimos años, varios países han fomentado la colaboración entre empresas y universidades para impulsar la actividad empresarial directa de estas últimas. Sin embargo, pese al apoyo y cobijo que puedan prestar los centros universitarios en sus parques, el empujón final pasa necesariamente por la financiación exterior, y este es el gran problema al que se encuentran los emprendedores tecnológicos más que los de cualquier otro sector.

La UPV ha acuñado como propias seis spin offs: Balmart, una TIC; Demanda Activa de Energía, de eficiencia energética; Icados, innovación TIC; Das Photonics, de nanofotónica; Ipresas, de ingeniería de empresas; y Aurorasat, de aeroespacial. En todas salvo en la última, la UPV participa como socia, no capital, sino aportando tecnología y conocimiento. Además, el vivero del Parque Tecnológico acoge a otras 35 empresas de alta tecnología en espera de que la UPV apruebe sus proyectos. Todas ellas, si la financiación se lo permite, representan el fututo de la nueva economía valenciana.

Los programas de spin off universitario están y seguirán estando en el centro del debate y las políticas públicas tanto en Europa como en España. No debe extrañar, por tanto, que las universidades de Estados Unidos y del Reino Unido principalmente hayan ideado proyectos formativos en los que concurren estudiantes de los programas de master en administración de empresas y estudiantes involucrados en proyectos de investigación avanzada. La cuestión es, si en Valencia y en España se acabará de apoyar el modelo mediante el único empujón que le falta: la financiación.