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Una nueva especie en el ecosistema blanquinegro

Era difícil que saliera bien lo de Pako. Pero con el '¿Y sí...?' tan nuestro como la horchata y con el calendario favorable, en teoría, podría ser. Siempre existe en nuestra mente el 'podría ser' como condicional que, por estadística, algún día ha de salir cara

7/10/2016 - 

VALENCIA. Hemos vuelto. Quizá pensaban, como María Jiménez, que no, que se acabó. Pero aquí estamos. Los opinadores de este bendito periódico estaremos durante toda la semana soltando nuestras chapas sobre el Valencia como equipo y como club al personal que se atreva a leerlas. Creando opinión, creo que lo llaman. Pero esto es más barato que ir al psicólogo o al bar. Y tenemos nuevos compañeros de pupitre. A saber: Manolo, Alberto y Josep Bosch se unen a la cabecera, en una manera como otra de aumentar el estímulo y no dormirse en los laureles. Sed bienvenidos y avisad en que bar os fían, para ir en vuestro nombre a brindar por ello.

Y, desde la última vez que nos asomamos por aquí, han pasado muchas cosas. Bueno más bien podríamos enumerar las que no han pasado, para terminar antes. Porque todo ha sufrido un cambio rocambolesco, fichajes que hace un año contestaban con un no, ahora han dicho sí, proyectos de murciélagos con las maletas en el Euromed, porteros que estaban fuera y ahora son historia. En fin, una fiesta. Solo nos ha faltado algún vídeo erótico-festivo de alguno de los muchachos, pero la cuota está cubierta por un par jugadores del Eibar, así que mejor quietos. 

Y sí, claro. Hemos echado al entrenador. Y permítanme utilizar el plural por aquello de la nostalgia del que todavía siente al club como algo suyo. Era difícil que saliera bien lo de Pako. Pero con el '¿Y sí...?' tan nuestro como la horchata y con el calendario favorable, en teoría, podría ser. Siempre existe en nuestra mente el 'podría ser' como condicional que, por estadística, algún día ha de salir cara. Y bueno, los argumentos esgrimidos por la dirección deportiva al cese de uno y al fichaje de otro son la literaria ciencia-ficción que justifica el salario del que sale a la sala de prensa a defender lo indefendible delante del gremio, ávido de sangre, que busca culpables y que es, en definitiva, una parte más de este negocio, cumpliendo con su papel, informar y crear opinión.

Y ahora, tercer párrafo con el mismo inicio, hay nuevo entrenador. Que es toda una novedad en esta reciente historia para el entorno pero, sobre todo, para los jugadores, que lo van a vivir en primera persona. De un tiempo a esta parte, los inquilinos de la banqueta blanquinegra bien poco habían hecho para tamaña responsabilidad. Amistades y medallas de chocolate habían sido la carta de servicios. Pero ahora hay un sheriff nuevo en la ciudad. De los que tienen cicatrices en la cara y en el corazón. De los curtidos en el fútbol con más calcio del mundo, por exigente y por mala leche. Y las loas gratuitas, algo muy nuestro también, tampoco se han hecho esperar. Ha realizado la correspondiente gira por los medios, aplaudida por todos, libre de toda sospecha que sí sufrieron los predecesores. Posando con esa fotogenia que solo da ser italiano o francés, ha derribado de un plumazo los temores. Y sus frases no suenan a baratillo de sobre de azúcar. Suenan a discurso de victoria, a trabajo, a prueba-error. Igual que las otras, con la ventaja que detrás de cada palabra hay un hecho que así lo constata, no solo una trayectoria como excelente preparador físico, no solo una intachable carrera como jugador y líder de vestuario y no solo ser una leyenda inglesa con un micrófono en la boca.

Y esto, los jugadores también lo van a notar. En la forma y en el fondo. En saber como gestionar con justicia el vestuario. En cortar de raíz las tonterías, los vetos en los aviones u otras cosas extrañas que hemos vivido de un tiempo a esta parte. En decidir con guante de hierro cuando toca y de seda cuando sea menester, sin pestañear ni un segundo y sin pensar en el que dirán. Él, y solo él, podrá hacer renacer a Parejo de sus supuestas cenizas, aunque Voro allanó un poco el camino. Y si no lo consigue, dirá que lo vendan, que traigan a otro. Sin dramas. Sin brazaletes. Sin bajadas de autobús. Él va a hacer hablar a los mudos jugadores que tenemos el idioma del fútbol. Y como esto es Valencia y el Valencia, el orden del primer equipo hará que mejoren el orden en otros lugares que, desde fuera, parecen el corral de la Pacheca, como Comunicación, Marketing, Relaciones Institucionales y demás.

Hay una nueva especie en el ecosistema blanquinegro. Y no es invasora, como el cangrejo americano en l'Albufera. Viene a sumar, a reproducirse y a realizar una mutación en el ADN valencianista para, de una vez por todas, recuperar el orgullo con argumentos, más allá del que lo siente porque lo ha mamado desde pequeño.

Y así se lo he contado a ustedes. Sin nombrarlo ni una sola vez.

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