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Un entrenador y algo más

Pero ambos dicen las verdades a la cara, sin medias tintas, sin vender humo. Como hacía Luis. Y como no han hecho los últimos que han pisado el banquillo de Mestalla. Por eso, la cosa es traer a un entrenador que nos devuelva a la esencia de lo que ha sido este club

25/03/2016 - 

VALENCIA. Yo lo tendría claro. La primera piedra del proyecto 3 de Lim ha de ser el entrenador. Y ha de ser con caché. Porque la bandera del proyecto ha de ser esa. El entrenador. N'Kolou, o cualquiera de los futuribles, ha de saber que lo va a entrenar un tipo de nivel, de los que sabe que es desactivar bombas. Y los que están han de saber que el año que viene va a estar aquí un mister de verdad y que, en dos semanas, tendrá una radiografía completa de toda la plantilla actual, pudiendo decidir sin que le tiemble el pulso salidas y estancias. Y apretar el culo en los entrenos y partidos si quieren seguir aquí. Win-win. Pero claro, para eso tiene que haber un poder real en el club, más allá de Damià, que parece omni en todo y que cada vez me recuerda más a un gato capado.

Es el tiempo de Suso. De justificar su sueldo y ser estandarte en recuperar la ilusión perdida. Ha de ser la persona que, entrando en el vestuario, ha de decirles a la carita a todos los jugadores como están las cosas. Y en esa reunión ha de estar la presidenta, que para algo lo es. O incluso toda la directiva, si hace falta. Alguien ha de tomar el mando, tara fundamental de este Valencia que nos ha tocado vivir. El Valencia ha de pensar globalmente y actuar localmente. Ha de ser momento de dejar claro todo el mundo que las cuestiones económicas no nos van a permitir traer otro Negredo. Que si, que ahora no ha cumplido las expectativas, pero que a todos se nos caía la baba cuando el gato Damià colgó el siete en la web, al final del deadline de aquel verano. Y cuando digo todos, incluyo a la prensa. Lo más difícil y lo menos controlable, entiendo. La venta, los click, la audiencia, todo lo que importa a los medios será más fácil con el objetivo claro. Hay que dejar claro que este equipo que viene ha de luchar por ser sexto en la Liga y llegar lo más lejos posible en la Copa. A semifinales, mínimo, si el cuadro es favorable. Todo lo demás generará crispación. Y entiendo que la polémica vende, pero ese no será el camino. Sí el decir las cosas claras, desde el club y desde el banquillo.

El banquillo. La piedra filosofal. Dice mi amigo Rafa Ferrandis que Orellana, otro deseado, en Granada no rascó apenas bola y fue en otro entorno, con otro entrenador, donde ha crecido como jugador. Y donde, probablemente, no esté mucho tiempo. Esa es la clave. Y en esta semana sin fútbol liguero, donde los focos se han centrado en dos entrenadores conocedores de los entornos, como Vidal y Cruyff, conviene mirarse en su espejo. El gallego controla como nadie el entorno de la modestia del fútbol de jornaleros, el Flaco controlaba como nadie el del Barça. Pero ambos dicen las verdades a la cara, sin medias tintas, sin vender humo. Como hacía Luis. Y como no han hecho los últimos que han pisado el banquillo de Mestalla. Por eso, la cosa es traer a un entrenador que nos devuelva a la esencia de lo que ha sido este club. Un outsider sabedor de sus limitaciones, fútbol de clase media y orgullo del que han vivido generaciones y generaciones entrando a ese viejo estadio de la mano de los padres, abuelos o tíos y que es lo que, en definitiva, no hace falta que se nos motive con hashtags sesudos. Todo lo demás, es humo.

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