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opinión

Hablemos de Alcácer

Este sábado vuelve Alcácer a Mestalla. Quizá de titular, por aquello de las rotaciones y la motivación extra que tendrá por volver a casa. Y probablemente le piten. Error, opina este servidor, que no es nadie para decir que piten o no...

19/10/2016 - 

VALENCIA. Sé lo que hicieron el último verano. Recuerdo perfectamente la sucesión de los hechos. Bueno, recuerdo haberlo oído y leído en los diferentes medios de los que bebe uno, mientras trataba de hacer turismo cultural, ese que te permite pedir licores en varios idiomas. Recuerdo los silencios del jugador haciendo, esta vez, válido aquello del callar y otorgar. Supongo que asesorado, claro. Recuerdo cierto dolor por si se producía la venta, soñando -disculpen la exageración- con que al final no sucediese lo que era un secreto a voces.

Pero ahora, con la perspectiva del tiempo, me reafirmo en la idea inicial: la venta no fue buena. Desde el minuto uno, algo olía a podrido en Dinamarca. O si el teatro les viene grande, imaginen aquella escena de El Padrino, con los secuaces de Corleone haciendo correr la sangre, mientras el Don estaba más cercano que nunca de Dios. Layhoon decía blanco, o casi blanco por aquello de los matices del castellano, mientras Peter apostaba todo al negro.

No entramos a valorar el hecho que Paco va a disputar menos minutos en Barcelona que aquí, porque parece obvio, aunque hayan más partidos oficiales Euromed arriba. El mejor Van Basten sería el cuarto delantero detrás de las tres bestias pardas que tiene el Barça arriba. Y por supuesto, dejamos de lado todos los memes sobre comer pipas y parodias televisivas. [Un inciso: el trato que en Crackòvia le dan a Alcácer por su condición de valenciano y su rara manera de hablar, es algo habitual en el pseudochovinismo catalán. Esa condescendencia de tratarnos de valencianets, como si fuésemos bobos es más habitual de lo que ustedes se creen. Y, por supuesto, todo lo que huele a valenciano lo compran barato. Para que lo tengan claro y tengan el dibujo completo.] Pero la venta no fue buena.

Y digo no fue buena, por la carencia que genera. En el aspecto deportivo, delantero centro, perfil goleador, con olfato y, si la memoria no falla, máximo artillero en las tres últimas temporadas. Y en la vertiente social, referente de la cantera y, de momento, el último de los internacionales con España. Pocas imágenes de marca asociadas al Valencia CF tenemos hoy en día. Y más si, según el señor Draper, fuera de Valencia no hay repercusión. Más motivo, potenciemos lo local para que los chavales no elijan las camisetas de Real Madrid, Barcelona o incluso Villarreal y vertebremos la Comunitat de valencianismo.

Y así parecía, tras el despago para el bueno de Paco por su no convocatoria para la Euro y su reenganche al viaje a la canonización de Pako en Singapur, en una muestra de refuerzo por parte de la propiedad de los dos activos de la parcela deportiva, el entrenador que encabezaba el proyecto y el capitán.

Parecía. Porque ya sabemos los recorridos que han tenido los Franciscos. En lo de Ayestarán, ha sido una cuestión de resultados, por hacer resumen en trazo gordo. Pero el tema de Alcácer es más complejo. Si ha sido primero el huevo o la gallina, da igual.

Porque si viene el representante del jugador con una oferta por menos del 40% de la cláusula de tu máximo goleador, si eres el que decide, lo tienes fácil. Aprietas más si lo que quieres es vender, en plan timba de póker, o los remites a la cláusula. Y si eres tú el que quiere vender, o tiene necesidad de hacerlo, has gestionado mal los tiempos, porque el que ofrece siempre vende barato y devaluado. Que sí, que vale, que no ha llegado ni a veinte goles en estas temporadas, pero es el valor de esa quincena de tantos dependiendo que casa. No es lo mismo quitar 200 euros de una nómina de mil, que de una de tres mil, y el billete es el mismo. Ahora somos mileuristas del fútbol y cada billete suma. Y si es de los gordos, más.

Lo que no acabo de entender todavía hoy en día es el Mijatovic que se marcó la presidenta, solo comprensible si tragarse ese sapo es el peaje por presidir el Valencia, que estoy seguro que no es el trabajo soñado por Chan. No la veo aferrada al cargo por las dietas, ni por hacer negocios privados, ni por entrar a locales de moda ni ser de la jet-set local. Lo único que me queda, romántico que es uno, es que, de verdad, no quisiera vender a Alcácer pero que, con números en la mano, Peter Lim le dijera que nones, que billete de tren y hacía Canaletas.

Y, por último, el jugador. Sin sospecha sobre del equipo que es. Con un final de temporada pasada en el que el entrenador interino vistió a un santo, el intento de revalorización de Negredo, desvistiendo a otro. Que puede que por ese servicio al club, a todas luces agradecido con dos años de renovación, resolviera las dudas del seleccionador en llevar a Paco a la Euro. Y quizá el chaval andara con la mosca tras la oreja con el entrepreparadorfisiconador, con dos años por delante y una extraña vara de medir. Y que igual quitarle la cinta de primer capitán fuera lo siguiente a mosqueante, por mucho viaje a Peterlimland que tuviese en verano. Y que sí, que desde pequeñito, pero los que ahora están no lo ven como él. Y que el amor a los colores siempre estará, pero que esto es deporte profesional. Y que él quería. Pero el amor es cosa de dos, como cantaba la canción. Entonces, dijo la razón, firmemos por uno de los mejores equipos del mundo y confiemos en nuestro saber hacer. Tenemos la juventud de nuestro lado.

Este sábado vuelve Alcácer a Mestalla. Quizá de titular, por aquello de las rotaciones y la motivación extra que tendrá por volver a casa. Y probablemente le piten. Error, opina este servidor, que no es nadie para decir que piten o no. Y quizá, por esos caprichos del destino, se estrene como goleador azulgrana ante el equipo de sus amores. Y le dolerá, estén seguros. 

Como a nosotros. Mileuristas del fútbol. Porca miseria, che.

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